Un día sola, en la cocina
Cierto día estaba sentada en una silla de la cocina apoyando
mis codos sobre la mesa. Me sentía sola, tremendamente sola, no puedo salir, a
caminar a visitar a la familia, los amigos que angustia, que triste que es la
soledad, mi mente comienza a divagar, ¿haber con quién puedo conversar? La mesa
tiene un mantel en el centro una fuente cargada de frutas, manzanas, naranjas, bananas,
mandarinas y limones, las miré detenidamente, y pensé, ¿si me como alguna?
No estaba decidida a quién comer, y note que de repente
se empezaban a mover. La manzana enrojeció de temor, dijo; Ay, que a mí no me elija;
No quiero morir aún yo la mire de reojo y le dije, lo estoy pensando, ¿una
manzana a media mañana, estaría bien? ¡aunque pensándolo bien! ¿Una banana no
estaría del todo mal? La banana que estaba muy quieta se separó de las demás
frutas y empezó a parlotear. no sé que cosas decía, pues yo lo la entendía, la
naranja se vino rodando hasta mí, me dijo muy bajito, lo que pasa es que no es
de aquí, la trajeron de Brasil, ah respondí, con razón no la entendí, el limón
muy tranquilo a la mandarina le susurro, (yo no me preocupo) ¿a mí? ¿no me va a
comer?
Me levante de la mesa indecisa, pero aun así tome un cuchillo
un recipiente, y antes de que me arrepienta., pelé todas las frutas, hice una
gran ensalada. Ah… el limón no se salvó, exprimí todo su jugo y a ellas se
sumó…
Y así pasé un día más de encierro conversando con la fruta
Por culpa de la pandemia!
El ENCIERRO
ResponderBorrarEstoy totalmente desorientada, no puedo creer que esté encerrada, doy vueltas y vueltas alrededor de la mesa… me pregunto el porqué de este encierro, los hijos, los sobrinos, los nietos, nos traen los alimentos y las cosas cotidianas que necesitamos, pero nos han prohibido salir ¿Qué le pasó al mundo? Dicen que hay un virus paseándose por las calles tratando de agarrar a los mayores - ¡Por Dios! ¿Será posible eso?
Mi mente ya comienza a divagar, ya no sé qué día es, lunes, martes o miércoles tal vez, las horas se niegan a correr, las noches son eternas, tienen prisionero al amanecer ¿Creo que voy a enloquecer si hasta las rosas se niegan a florecer?, ya no sé qué hacer ¡bañarme tal vez! No; ¿creo que anoche me bañe o” lo imagine? Todo es un caos en mi mente, quiero salir, ver a la gente, a la familia, los amigos, quiero esos abrazos de mis nietos, tan dulces y llenos de ternura; me han robado veinticuatro meses de caricias y besos ¿Cómo puedo vivir sin ellos? ¿Quién se hace responsable de esta pena en mi corazón? tengo en el pecho una enorme desazón y mucho miedo de perder la razón.
Hoy miro por la ventana y veo algún que otro auto pasar, no se ven sus rostros, están cubiertos con barbijos, tal vez sea cierto lo del virus, yo aún lo dudo, no me imagino que en este siglo dónde hay tanta tecnología, qué no lo hayan detectado y eliminado ¿Qué estarán esperando? me sigo preguntando, por favor quiero mi libertad, necesito dejar de hablar con las paredes que no me saben responder o quizá ¡yo no las pueda comprender!
Un Diálogo en el baño
ResponderBorrarEntré al cuarto de baño, prendí la luz, me quedé recostada sobre la puerta, de aburrida tal vez, miré la mesada, la bacha, a mi derecha se encontraba el desodorante, un vaso, la pasta dental con los cepillos de dientes, del otro lado estaba el jabón líquido y el peine. Todo era inerte, objetos sin vida.
Levante la vista y volví a mirar, de repente todo cobro vida, el cepillo fue el primero en saltar de su encierro y comenzó a bailar y cantar sobre la mesada, en su canto decía “Acá estoy señora mía, siempre soy el primero del día, quiero refrescar su boca, tómeme, señora mía” La pasta dental también salto del vaso y le hizo compañía bailando y acompañándolo en el coro, el desodorante aplaudía sin cesar.
Pero eso, no fue todo, el peine pego un salto y se subió sobre el jabón, que sorprendido se cayó, comenzó a desparramase sobre la mesada. El cepillo de dientes y la pasta empezaron a patinar y a gritar, se armó tal alboroto que todos al suelo fueron a parar, sorprendida me agache para levantarlos, no había nada en el suelo, todo seguía en su lugar… nada había pasado; sólo fue producto de mi imaginación, por el encierro y la prisión…